Los ponies de las Islas Shetland

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Cuando visitamos las Islas Shetland lo primero que nos llama la atención, aparte de los impresionantes parajes naturales, son unas criaturitas pequeñas y peluditas que habitan en las descarpadas laderas. Me refiero, cómo no, a los ponies de las Shetlands.

La historia de por qué estas criaturas tienen ese tamaño y son una especie nativa de unas islas tan alejadas merece, desde luego, nuestra atención.

Ya desde la Edad del Bronce se han criados caballos en este archipiélago al norte del país. Probablemente en algún punto fueron cruzados con caballos nórdicos y con caballos celtas.

Pero, ¿por qué son tan pequeños? Podría parecer que cuánto más pequeños son, más débiles, y es todo lo contrario. Estos ponies son realmente resistentes, y de hecho, su tamaño no es más que una adaptación evolutiva al clima tan extremo de las islas. No es lo mismo protegerse si uno mide poco más un metro (como los ponies de las Shetland) que si mide casi dos metros (tamaño de los caballos estándar). 

Como eran y son tan resistentes se usaron para todo tipo de trabajos. Algunos muy complicados, como la minería, donde por su reducido tamaño eran ideales para arrastrar los vagones llenos de carbón.

Afortunadamente, hoy en día ya no se utilizan para esas arduas labores y se pueden ver trotando alegremente por las colinas de las islas. 

Son además bastante mansos y se dejan acariciar si uno tiene paciencia para que se le acerquen.

Sin duda, una de las cosas más divertidas de mis viajes a las Islas Shetland es cuando nos paramos a saludar a estos pequeños potrillos que viven tranquilos en uno de los archipiélagos más alucinantes de Europa.


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